martes, 9 de febrero de 2010

Modelos de poder económico

Uno de los errores que se repiten con mayor frecuencia en la regulación económica es el que hace visible el refrán “mal de muchos …”. Lo que los demás hacen o dejan de hacer se esgrime como justificación del propio comportamiento. Esto resulta especialmente erróneo cuando la adopción de medidas se basa en una emulación que ignora las diferencias de partida. He denunciado este error sobre todo en la dócil asunción de medidas diseñadas con urgencia y a partir de problemas ajenos. El gobierno corporativo es un terreno abonado a esa equivocación, sobre todo por lo que implica de ignorancia de las diferencias estructurales de los respectivos mercados y sistemas empresariales. Es cuestionable que modelos basados en la existencia de sociedades cotizadas que presentan un capital absolutamente atomizado se trasladen a mercados en los que existe una mayoritaria presencia de accionistas de control, que en no pocas ocasiones detentan en sociedades bursátiles paquetes superiores al 50 por ciento.


Otras diferencias no se fundamentan tanto en la estructura del capital como en la de las relaciones de poder empresarial. A este respecto, ha sido un supuesto clásico de estudio el de la llamada “Deutschland AG”, término que expresaba la existencia de un núcleo de poder económico basado en las relaciones cruzadas entre distintas categorías de instituciones financieras y empresas que, sin embargo, presentaba un paulatino debilitamiento a lo largo de los últimos años. Una nota ilustrativa del Max Planck Institut (con datos y remisiones documentales y bibliográficas) llevaba el ilustrativo título "Deutschland AG in Auflösung".

Hace algunas semanas leí un interesante artículo de Rubén Amón sobre la singularidad del sistema francés. Aparecía en el suplemente Mercados de El Mundo. El título, atractivo:
"El capital francés, en manos de la oligarquía". Los párrafos iniciales explicaban la situación:

“El capitalismo francés convalece de la consanguineidad o se vanagloria de ella. Hasta el extremo de que un centenar de ejecutivos controla el 43% de las principales 40 compañías nacionales (CAC40). Quiere decirse que unos y otros se intercambian responsabilidades en los consejos de administración. Originando una suerte de oligarquía que ha puesto en alerta a la patronal (Medef) y que atenaza el porvenir de la propia economía francesa a cuenta de los guetos, el corporativismo y las anomalías en la concentración de poder.


Así de claro lo explicaba el diario Le Monde después de haber examinado con rayos X la tela de araña del capitalismo tricolor. Le han ayudado a hacerlo los gabinetes Ernst & Young, IFG-Recherche y el Observatorio Político-Económico, igualmente claros y unánimes en diagnosticar que las finanzas obran en manos de un club exclusivo y hermético.


El sistema consiste en que un alto ejecutivo de una gran compañía ocupa un puesto de responsabilidad en los consejos de otras. A veces por afinidad empresarial y a veces por sorprendente contraste. El primer caso pone en peligro la competitividad, mientras que el segundo redunda en una suerte de estructura endogámica y discriminatoria.


Dicho de otra manera: el 22% de los consejeros controla el 43% de los derechos de voto (y de veto) en las compañías que forman el CAC40. Es un ejemplo incontestable de oligarquía encubierta y, en cierto modo, patriótica, toda vez que el alambicado sistema de vasos comunicantes excluye de manera sospechosa a los ejecutivos extranjeros”.

El artículo transcrito reseñaba un previo estudio publicado en Le Monde, que implicaba una investigación de la realidad de la gestión de las empresas en el citado CAC40. El título del artículo de Le Monde resultaba no menos llamativo: “CAC 40: la consanguinité des conseils d’administration perdure”. El acceso al mismo está limitado, pero quien quiera valorar su impacto puede darse un paseo por Internet para constatar que la información ha merecido interesantes valoraciones explicando o criticando esa situación.

Madrid, 9 de febrero de 2010