jueves, 8 de julio de 2010

BP y la confianza de sus accionistas

Hace algunos días tomé el caso que afecta a BP como consecuencia del vertido de crudo en el Golfo de México como un ejemplo relevante del equilibrio de intereses que los administradores de esa empresa se veían obligados a considerar ante una catástrofe de esa dimensión. Ponía de manifiesto cómo la necesidad de destinar cuantiosos recursos a detener el vertido y a hacer frente a sus consecuencias había justificado suspender el pago de dividendos a cuenta. Esas medidas no significan una postergación de los intereses de los accionistas sino que, sencillamente, la estabilidad de la compañía y la continuidad de su negocio requería entonces un sacrificio de los accionistas.

Una vez que otros frentes parecen estar encauzados, los administradores de BP han iniciado en estos días una política de recuperación o reforzamiento de la imprescindible confianza de sus principales accionistas, como recogen distintas informaciones publicadas. Por ejemplo, en The New York Times, la noticia abre con dos párrafos que explican nítidamente la situación:

“For more than 10 weeks, BP has focused on the challenge of plugging its gushing oil well a mile below the surface of the Gulf of Mexico. It has also struggled to placate angry gulf residents and government officials and reassure a public frustrated by the company’s inability to stop the spill.

Now — as it appears BP might complete drilling its relief wells by late July or August — the company is beginning the equally difficult job of regaining the confidence of its stockholders and business partners”.

Esa confianza es uno de los pilares sobre los que debe desarrollarse el futuro de BP en este y en los siguientes ejercicios, en los que determinar el alcance de las indemnizaciones que le corresponderán y sentar las bases para hacer frente a las mismas requieren la simultánea consideración de intereses diversos y a veces contrapuestos. Además, la compañía debe vigilar sus ingresos regulares y afrontar un programa de venta de activos que refuerce su capacidad financiera, en cuya ejecución no faltan reacciones tan llamativas como la del Gobierno estadounidense, que ha requerido a la compañía que le informe con una suficiente antelación de cualquier desinversión o medida de similar trascendencia. Sobre ese requerimiento y las dudas empresariales y legales que suscita, recomiendo la lectura de la crónica publicada en The Wall Street Journal.

Madrid, 8 de julio de 2010