Suele decirse que las comparaciones son odiosas como crítica a su validez. En materia de retribución de administradores y directivos uno de los criterios que más se ha repetido a la hora de denunciar el incremento exagerado de las mismas ha sido su dispar evolución con respecto a lo que era la retribución media de un trabajador en la misma empresa. Tengo dudas sobre la validez de esa comparación a la hora de disciplinar la información que una sociedad cotizada debe facilitar al mercado sobre la política de retribución que aplica a sus administradores y directivos, pero no puedo desarrollar mi posición en esta entrada que redacto bajo un exclusivo criterio de actualidad.
En Estados Unidos, actualmente se produce un debate sobre las nuevas disposiciones que en materia de información retributiva se exigen a las sociedades cotizadas y, en particular, sobre la inclusión obligatoria de esa comparación en relación con cada empresa. En un reciente artículo publicado en The Washington Post se relata la división entre republicanos y demócratas al respecto. En dicha información se recuerda que la retribución media de un ejecutivo en las grandes compañías suponía multiplicar por 28 la de un trabajador medio de la misma empresa. Esa relación en 2005 llevaba a que el pago al ejecutivo multiplicaba por 158 al del trabajador. Algún Senador demócrata apunta que en el momento actual habría que multiplicar por 400 el salario de un trabajador para conocer lo que cobran algunos ejecutivos.
Madrid, 29 de junio de 2011