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lunes, 16 de abril de 2012

Administradores de hecho y sanción penal


La figura del administrador de hecho ha sido acogida por nuestra legislación societaria, si bien ya lo había sido anteriormente en el ámbito sancionador, incluso dentro del Derecho penal. Se trata de poder extender la sanción prevista en las normas correspondientes a quienes de hecho se encargan de orientar la gestión de una sociedad. La figura del administrador de hecho aparece en los delitos societarios dentro de nuestro Código Penal (art. 290 y siguientes) y por ello me parece interesante analizar los elementos probatorios que conducen a los Tribunales a atribuir a un sujeto esa condición, carente de respaldo formal, pero que al propio tiempo implica consecuencias personales y patrimoniales severas. 


En esta línea, se incluye en el último número de la Revue des Sociétés el comentario realizado por Bernard Bouloc a la Sentencia de 21 de septiembre de 2011 del Tribunal de Casación francés bajo el título Un gros actionnaire reconnu dirigeant de fait par les déclarations des dirigeants légaux!” (nº 4, 2012, pp. 246-249). En este caso, los Tribunales de instancia mantuvieron criterios dispares en cuanto a la atribución de la condición de administrador de hecho a quien aparecía simplemente como el accionista mayoritario. Mientras que el Juez de Primera Instancia no consideró tal condición de hecho, la Corte de Apelación de París optó por considerar que de la prueba practicada resultaba fundamento suficiente para considerar al accionista como administrador de hecho y, en consecuencia, imponerle una sanción pecuniaria. El Tribunal de Casación confirma el criterio del Tribunal de Apelación. Me permito transcribir del comentario los párrafos más significativos:

“La cour d’appel avait relevé que le président avait signé les chèques sur la présentation des factures, mais n’avait pas cherché à connaître les prestations réalisées, et qu’il ne connaissait pas l’avocat. Sans doute la dirigeante de fait avait produit des documents attestant de la réalité des prestations effectuées, mais elle n’avait pu donner les raison pour lesquelles le travail n’avait pas pu être matérialisé et n’avait jamais débouché sur un résultat concret. Aussi bien, la Cour a considéré qu’il s’agissait de prestations fictives, les paiements non causés ayant appauvri le patrimoine de la société et étant contraires à l’imtérêt social.

L’imtéressée contestait ce point de vue, car les pièces produites démontraient l’activité de  l’intéressé (en l’espèce la traduction d’actes juridiques et d’articles médicaux, la création d’un site internet et les démarches de prospection d’investisseurs américains). Peu importait qu’il ne fût plus possible d’entrer en contact avec l’intéressé, qui d’ailleurs était décedé, et que le travail de prospection n’ait pas débouché sur un résultat concret”.

Madrid, 16 de abril de 2012