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martes, 27 de octubre de 2009

Nuevos hechos y opiniones sobre la retribución

El intento de dar un contenido variado a este blog aconsejaba disminuir el ritmo de inserción de entradas relacionadas con uno de los temas estrella: la retribución de administradores y directivos, sobre la que la crisis financiera ha puesto un foco de gran potencia que ha hecho que desde hace meses, cada día, podamos leer noticias al respecto. El corolario habitual de esas noticias es la argumentación a favor o en contra de una eventual reforma de las normas existentes o el de la adopción de normas allí donde hasta ahora regía la libertad de las empresas a la hora de abordar este asunto. Lo dicho resultaba válido para una variedad de Estados, ordenamientos y mercados, si bien es cierto que en algunos las propias y recientes circunstancias vividas en estos años dotan al tema de mayor intensidad.


Puesto que este blog pretende ser un lugar de información y reflexión a partir de la actualidad jurídica, en las últimas semanas se han producido algunos hechos llamativos que, de no mencionarse aquí, pueden llevar al lector a pensar que se quieren evitar.

Con carácter previo a reseñar algunas noticias interesantes, a través de ellas se va decantando con claridad que el denominado problema retributivo incluye en realidad dos problemas que, teniendo puntos de conexión, tienen un origen y reclaman una solución diferenciada. De forma acertada, lo ha expuesto José Carlos González Vázquez en un reciente artículo titulado
“A propósito de los bonus, las primas y las confusiones”, publicado en la Revista Consejeros (octubre 2009), siguiendo las dos Recomendaciones europeas de 2009 que supieron separar ambas cuestiones. Por un lado nos encontramos con la retribución de los administradores y, en especial, con la de los consejeros ejecutivos. Por otro, con la de la forma de pagar a los ejecutivos de las entidades financieras.

En cuanto a lo primero, las novedades han sido escasas. Nos encontramos en una fase de adaptación de legislaciones y códigos a los nuevos criterios plasmados en la Recomendación europea, a favor de profundizar en los mecanismos de información y, en especial, de detallar la retribución individual. La Presidencia sueca de la Unión Europea se propone, con la colaboración del
European Corporate Governance Institute, celebrar en Estocolmo el próximo mes de diciembre una Conferencia en la que la regulación de la remuneración va a ser uno de los tres temas debatidos.

Con relación al mercado español, la salida del Consejero delegado del Banco Bilbao Vizcaya Argentaria (BBVA) y las condiciones económicas pactadas se vieron acompañadas de algunas reacciones contrarias. Frente a esas opiniones, debo señalar que se trata de un supuesto en el que habían funcionado bien los mecanismos de gobierno corporativo e, incluso, que la indicada entidad había ido más allá de las recomendaciones contenidas en el Código Unificado de Buen Gobierno (CUBG). Esa cuantía que tanto ha irritado a algunos, había sido comunicada de forma detallada a los accionistas, quienes habían tenido ocasión de pronunciarse al respecto con ocasión de las Juntas generales correspondientes. Desde un punto de vista jurídico quedaba, por lo tanto, escaso espacio para el debate. Comparto la visión plasmada en el artículo que José Ignacio Wert publicó en Expansión:
"Escándalo con pies de barro" y que terminaba con la siguiente y atinada reflexión:
“Lo que me interesa no es tanto el caso concreto como el sub-texto del caso, lo que el mismo nos dice acerca de la cultura económica que prevalece entre nosotros. José Ignacio Goirigolzarri ha dedicado 30 años a lo que hoy es BBVA, ocupando puestos de creciente responsabilidad hasta culminar su carrera como consejero delegado de un grupo financiero que juega en las Major Leagues, que a sido el pasado año el quinto banco mundial por beneficio antes de impuestos y que está capeando la tormenta financiera muy por encima de la mayoría de sus pares. No parece que esté en discusión ni su preparación, ni su dedicación, ni sus resultados.
Lo que se discute, más aun, lo que se refuta con pasión, es que nadie, por bien que lo haya hecho, por compleja que sea su responsabilidad, o por brillantes que sean sus resultados tiene derecho a ganar esa cantidad de dinero honradamente; es decir, trabajando muchos años, incluso si paga sus impuestos y cumple con todas las leyes. La única riqueza que no encuentra esos escrúpulos morales es la de artistas, deportistas, toreros –en fin, la del show bizz en todas sus facetas–, o la que trae causa de los juegos de azar y loterías.
Intrigante desigualdad de trato moral, porque ni la matriz católica de la cultura económica dominante ni el poso colectivista e igualitario que domina muchos de los valores económicos y sociales de los españoles lo explican. Pero, más allá de la intriga, mal asunto. Porque este reproche moral al logro y al éxito basado en la paciencia y en el trabajo, junto a la complacencia frente al logro instantáneo y fugaz nacido de las habilidades o de la suerte, puede que nos dé buenos deportistas y hasta es posible que astutos jugadores de Lotería, pero para el país es mucho más importante tener buenos banqueros.”

En cuanto a la tendencia general, Expansión ofrece una reciente investigación sobre la evolución de las retribuciones en las sociedades pertenecientes al IBEX-35. El resultado: "El 59 % de los consejos del Ibex se sube el sueldo".

La Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) anunció hace meses que está trabajando en una reforma del CUBG, motivada especialmente por los nuevos pasos dados en esta materia. En el suplemento Negocios de El País del pasado domingo se recogía este tema con la referencia a las propuestas que la CNMV habría elevado al Ministerio de Economía. No faltan apoyos para convertir algunas recomendaciones en normas. El argumento principal es que es precisamente el seguimiento de las recomendaciones en materia de retribución las que menos se siguen. De manera que "La recomendación ya no es suficiente".

En Estados Unidos, se ha confirmado la noticia reducción de los pagos a los grandes ejecutivos. Una noticia de The Washington Post confirmaba una decisión con la que se venía amagando desde las primeras fases del rescate público de grandes empresas: se procederá una severa reducción de la retribución de los principales ejecutivos. Se completa así el ejercicio por la Administración de los poderes de intervención que le otorgaba la aportación de recursos financieros y ayudas públicas a esas entidades. Transcribo e inicio de la noticia, que explica el alcance de la decisión:
“The Obama administration plans to order companies that have received exceptionally large amounts of bailout money from the government to slash compensation for their highest-paid executives by about half on average, according to people familiar with the long-awaited decision.

The cuts will affect 25 of the most highly paid executives at each of five major financial companies and two automakers, according to the sources, who spoke on the condition of anonymity because the plan has not been made public. Cash salaries will be cut by about 90 percent compared with last year, they said.
The administration will also curtail many corporate perks, including the use of corporate jets for personal travel, chauffeured drivers and country club fee reimbursement, people familiar with the matter have said. Individual perks worth more than $25,000 have received particular scrutiny.”

Con todo, la cuestión es mucho más compleja en el sector financiero. En España seguimos viviendo una situación pacífica y menos convulsa que la que se observa en otros Estados. Lo que parece que está sucediendo en Estados Unidos es que los problemas corporativos vinculados con el rescate público y que se enunciaban como una hipótesis, han cobrado plena vigencia. Esto sucede, además, en un marco de crisis sostenida en el que, de un lado, los grandes bancos (“too big to fall”) recibieron colosales ayudas que ahora les han conducido en algunos casos a resultados positivos, mientras que baten récords las pequeñas entidades que desaparecen, como reflejaba la interesante información de Sandro Pozzi en El País, sobre el alcance la intervención de la FDIC, que ha dejado a más de un centenar de entidades a la quiebra, a la vez que se vislumbra que otras van a incorporarse a ese triste registro.

La atención nos devuelve, sin embargo, a lo que sucede en los grandes rescatados. A entidades que después de poner en juego la estabilidad de sus respectivos sistemas bancarios y salir a flote por medio de ingentes aportaciones de recursos de los contribuyentes, pretenden retornar a prácticas que son difíciles de entender por la opinión pública y a las que surgen cada vez críticas más significadas y fundamentadas. Sirva de ejemplo la columna de Soledad Gallego–Díaz, también en El País, titulada "Financieros inquietantes", cuyo protagonista es el Gobernador del Banco de Inglaterra y su explícita discrepancia con la estrategia convenida hasta ahora:

“Mervyn King no es así. Esta semana, por ejemplo, se plantó ante un círculo de empresarios de Edimburgo y, en lugar de adormecerlos con jerga monetaria, se dedicó a ponerles muy nerviosos: según él, las medidas adoptadas y anunciadas por Estados Unidos, Europa y el G-20 para sortear la crisis no van a servir realmente para nada en el enorme entuerto actual.
King piensa que cuando un banco es demasiado grande para poder dejarle caer, lo que hay que hacer es trocear el banco. No es una idea tan absurda. De hecho, en Estados Unidos, desde el crash del 29 y hasta la llegada de Bill Clinton, se impedía que los bancos se dedicaran al mismo tiempo a depósitos y a inversiones especulativas. Eso es lo que propone ahora el gobernador del Banco de Inglaterra. Mervyn King está seguro de que los platos rotos de esta crisis los va a pagar una generación entera y lamenta que ni aun así se tomen medidas para impedir una nueva catástrofe.
Para King, el apoyo que está dando el Gobierno a bancos que han desarrollado amplios sectores de servicios especulativos podría ser considerado como el mayor peligro moral de la historia. "Es ilusorio creer que sólo con nuevas regulaciones será suficiente para prevenir que los bancos generen nuevas crisis financieras en el futuro". "Tenemos que hacer lo necesario para impedir que tantos hogares y empresas dependan de tan pocas instituciones que se dedican a actividades de tanto riesgo". Los asistentes a la reunión salieron pálidos.”

En la misma columna se cita a Lord Griffiths –actualmente integrado en Goldman Sachs pero con una amplia trayectoria pública y con una considerable relación de publicaciones influyentes- y su defensa del sistema de bonus, en una reciente intervención que alcanzó amplio eco, como refleja la crónica de The Guardian.

Esa intervención se produjo en un escenario solemne –la Catedral de San Pablo- y en un Seminario con un título harto sugerente: “What is the place of morality in the marketplace?”.

Una de las obras más conocidas de Lord Griffiths es su “Morality and the Market”, que habrá que leer. Se trata de una obra publicada por primera vez a principios de los años ochenta. La relación entre la moralidad y el mercado es un recurso al que se vuelve en la actualidad. Habrá que ver en qué medida los argumentos de Lord Griffiths de entonces siguen vigentes.

El supuesto problema moral entiendo que vuelve a ser el mismo: las retribuciones convenidas en el sector financiero, de cuantía chocante para el ciudadano medio, sobre todo si quien las establece ha superado la crisis gracias a la aportación de los recursos recaudados –vía impuestos- de ese mismo ciudadano. El retorno de los bonus anunciado por algunas grandes entidades ha disparado las alarmas. Pero no puede seguir presentándose como un problema moral lo que ha revelado su condición de grave problema económico y jurídico. La cuestión que ahora debe resolverse y, en su caso, regularse, es si se va a volver a tolerar una forma de retribución que ha sido identificado como uno de los factores de la inestabilidad financiera, puesto que empuja a u número importante de operadores a la búsqueda de una rentabilidad a corto plazo que, en no escasas ocasiones, carece de una justificación. Entidades que de una absoluta quiebra han salido gracias a un rescate público, anuncian el regreso a sus prácticas pre-crisis. "A revival of fortunes" era el título de un interesante análisis del problema, que concluía con un cierto pesimismo:
“Such thinking suggests that policymakers may have lost their chance effectively to change the way bankers are paid. The G20 was seen by many as a unique opportunity to turn consensus into action. If that fails, few believe that alternative proposals, such as national legislation, could be put into practice in such a globalised business.
The final hope may be reform from within. Speaking on the same day as Goldman announced its quarterly profit numbers, Ken Costa, chairman of Lazard International investment bank, delivered a message of hope. He told a packed congregation at St Katharine Cree church in the City of London: "I have observed in over 30 years in the City the driving desire of many to work hard, to be rewarded well, and get out as quickly as possible. That impatience is no recipe for a healthy economy or society."


Llegamos al final de esta abigarrada crónica. Remito al lector a sendos artículos de The Wall Street Journal y The New York Times, publicados en la misma fecha, ambos interesantes por la información que incorporan pero que tienen un mismo motivo: ya no es sólo que el “Zar” Feinberg irrumpa en los pagos a los ejecutivos conforme a lo que antes señalamos en esta entrada, sino el paso anunciado por la Reserva Federal hacia una supervisión específica de los programas y sistemas de retribución establecidos en las mayores entidades sometidas a su supervisión. Es un paso relevante que será seguido con atención por otros Gobiernos y Autoridades Supervisoras.

Madrid, 27 de octubre de 2009