Quien venga leyendo este blog constatará la permanencia o actualidad de ciertos problemas. Esto sucede con la manida cuestión de la retribución variable o bonus de los directivos de empresas. Son distintas las entradas en las que me he referido a situaciones empresariales conflictivas en el pago de estos bonus y a las iniciativas normativas adoptadas en muy distintos ámbitos y jurisdicciones para hacer frente a esta cuestión. Vuelvo sobre el tema porque en las últimas semanas los medios de comunicación nos siguen ofreciendo noticias y opiniones que revelan la vigencia del tema.
Comenzaré señalando que hay un interés de utilización política en el debate que se está produciendo con posterioridad a la crisis financiera. Probablemente, la reiterada denuncia de la utilización masiva y con frecuencia abusiva de esta forma de retribución, es una forma de apuntar que estamos ante una de las causas de la crisis financiera. La realidad es capaz de sorprendernos con conductas empresariales que pueden ser calificadas como imprudentes cuando menos o difíciles de entender en los términos en que se presentan. No extrañaría que se defienda la eliminación completa de los bonus, como escribía Henrry Mintzberg en The Wal Street Journal el pasado 30 de noviembre de 2009, en su artículo titulado: “No More Excutive Bonuses!”:
“These days, it seems, there is no shortage of recommendations for fixing the way bonuses are paid to executives at big public companies.
Well, I have my own recommendation: Scrap the whole thing. Don't pay any bonuses. Nothing.
This may sound extreme. But when you look at the way the compensation game is played—and the assumptions that are made by those who want to reform it—you can come to no other conclusion. The system simply can't be fixed. Executive bonuses—especially in the form of stock and option grants—represent the most prominent form of legal corruption that has been undermining our large corporations and bringing down the global economy. Get rid of them and we will all be better off for it.
The failings of the current system—and the executives who live by it—are painfully obvious. Although these executives like to think of themselves as leaders, when it comes to their pay practices, many of them haven't been demonstrating leadership at all. Instead they've been acting like gamblers—except that the games they play are hopelessly rigged in their favor”.
Debo de reiterar mi posición a favor de un correcto entendimiento de lo que es la política empresarial en materia de retribuciones. La retribución variable, como cualquier otra estrategia en esta materia que pueda adoptar una determinada empresa, forma parte de la libertad de empresa Esto que es evidente a veces se olvida y convendrá recordar que en el caso de sociedades cotizadas la política de retribución del personal directivo está establecida como una de las funciones propias del Consejo de Administración. El Código Unificado de Buen Gobierno (CUBG) contiene un reconocimiento explícito de esa competencia en su Recomendación 8. Por lo tanto, cuando se habla de la retribución variable se habla de un aspecto esencial en la organización de la actividad empresarial.
Es cierto que el sistema financiero se ha encargado de facilitar algunos ejemplos sencillamente escandalosos de retribución variable. Todo es susceptible, sin embargo, de empeorar (o mejorar, según el punto de vista), si tenemos en cuenta la vuelta de los grandes protagonistas. Por un lado, la aseguradora AIG, beneficiaria de ayudas públicas por miles de millones de dólares, anunció hace unos días que destina 1000 millones para bonus de sus directivos. Por otro, el que es visto como recordman en esta materia, el actual CEO de Goldman Sachs, que según repetidas noticias podría recibir un bonus con cargo a 2009 de cien millones de dólares. Los resultados de Goldmans Sachs en ese ejercicio han sido extraordinarios, pero no se puede olvidar tampoco que esa entidad, como las demás dominantes de Wall Stret, sobrevinieron gracias al rescate público, aunque han reembolsado la totalidad o la mayor parte de los fondos que recibieron. A este último argumento oponen los directivos de esas entidades que las crisis financieras son acontecimientos periódicos e inevitables. No es de extrañar que asistamos a reacciones como la de Paul Krugman que en su artículo, publicado en El País del domingo 17 de enero de 2010, titulado "Banqueros sin la menor idea" señalaba:
“Pero la crisis no tiene nada de accidental. Desde finales de los años setenta en adelante, el sistema financiero estadounidense, sin restricciones gracias a la liberalización y a un clima político en el que la avaricia se suponía que era buena, empezó a descontrolarse cada vez más. Había recompensas cada vez mayores -primas que superaban los sueños de avaricia- para los banqueros que podían generar grandes beneficios a corto plazo. Y el modo de aumentar esos beneficios era amontonar cada vez más deuda, tanto animando a los ciudadanos a pedir préstamos como asumiendo un apalancamiento cada vez más elevado dentro del sector financiero”.
El pasado día 4, publicaba una breve e interesante columna Mario Margiocco en Il Sole 24 Ore, titulada "Wall Street in ansia per il superbonus di Blankfein". Allí decía:
“Durante una deposizione al Senato di Washington il direttore generale di Goldman Sachs, Gerald Corrigan, ex presidente della Fed di New York, ha definito «un assoluto totale nonsenso» che il ceo di Goldman Sachs, Lloyd Blankfein, stia per ricevere un bonus da circa 100 milioni di dollari legato agli eccellenti risultati 2009. La voce gira con insistenza da giorni a Wall Street perché sarebbe quella la cifra alla quale Blankfein ha diritto in base al contratto. E' di Blankfein il record assoluto precedente, con i 68 milioni incassati nel 2007. Sui bonus si è focalizzata l'attenzione dell'opinione pubblica e sono diventati il simbolo di una Wall Street che marcia su un binario tutto suo, diverso da quello sul quale da molti mesi transita il resto del paese.
…
Anche Jamie Dimon, numero uno di JP Morgan Chase, forniva una risposta analoga, ricordando di avere spiegato alla propria figlia minorenne che le crisi finanziarie sono qualcosa che succede, "ogni 5 o 7 anni.
Il ministro del Tesoro Timothy Geithner ha ricordato varie volte, a partire dall'autunno scorso, che nessuna banca si sarebbe salvata senza l'intervento pubblico, nel terribile settembre-novembre del 2008. Ma i big di Wall Street ritengono si sia trattato di una fatalità, e quindi i bonus sono o sarebbero giusti, visto che poi gli utili sono stati altissimi. Cortesia del contribuente-elettore americano. Se ci sarà una rivolta elettorale, ai danni del povero Obama, girare a Blankfein e colleghi la lettera di ringraziamento. Si tratta di vedere ora fino a che punto il clima politico imporrà qualche prudenza”.
El sistema financiero ha planteado claramente el problema fundamental que puede llegar a provocar este tipo de retribuciones variables: determinados sistemas de retribución pueden terminar incentivando una actividad comercial o, en definitiva, una actividad de la empresa, que desvirtúe el riesgo de determinadas operaciones o productos. Esto es lo que ha sucedido sin lugar a dudas en el caso norteamericano y esto es lo que justifica que haya existido una reacción prudente a la hora de establecer mayores cautelas desde el punto de vista informativo en el sistema financiero. O que esa misma prudencia y moderación la traduzcan en hechos algunas entidades, limitando la retribución de sus directivos y sometiéndola a condiciones adecuadas que alejen la percepción de estar ante un mero abuso. Remito a la noticia del Financial Times de este fin de semana con respecto a los pagos de bonus en JP Morgan:
“JPMorgan’s top executives are required to keep most of their shares until they leave the company and are subject to “clawback” provisions that could force them to return part of the bonuses if they are dismissed or fail to perform their duties.
The bank also said it would introduce a non-binding shareholder vote on executive pay at this year’s annual investor meeting”.
La relación que se puede establecer entre la gestión de riesgo y la política en materia de retribuciones variables es la que justifica que se haya reforzado la supervisión en este punto, a través de medidas esencialmente informativas, que no limitan en modo alguno la libertad de una empresa a la hora de optar por esta forma de retribuir, pero que debe de ser compatible con la posibilidad para las autoridades supervisoras de prever el impacto que ello pueda tener para los resultados o para la solvencia de la entidad. El Banco de España ha realizado requerimientos en tal sentido en línea con lo que son las iniciativas internacionales plasmadas de manera destacada en la Recomendación europea de abril del año 2009. Véase la noticia de El País publicada el 1 de febrero de 2010, bajo el título: "El Banco de España pide a la banca el desglose del sueldo de sus ejecutivos".
Constituye un error de planteamiento político-legislativo que de forma acrítica en la regularización de este tipo de retribuciones se acojan las iniciativas impulsadas desde Estados y mercados que tienen una situación de partida radicalmente distinta a la española. En algunos países europeos, desde luego en Estados Unidos, los bonus se han convertido en un problema político de primer orden. Baste con seguir los discursos presidenciales. Grandes instituciones han desaparecido y otras muchas han tenido que recibir enormes ayudas públicas que resultan difícilmente compatibles con la convalidación o el mantenimiento de sistemas de retribución variable en los términos y cuantías hasta ahora vigentes. No es el caso español en donde no hemos tenido ningún problema sistémico derivado de las prácticas retributivas de las instituciones españolas. Por ello las autoridades españolas deben analizar con atención la experiencia internacional, pero manteniendo un justificado recelo ante iniciativas apresuradas que responden a intereses específicos de algunos Estados. Han de analizarse con rigor soluciones normativas que están pensadas principalmente para hacer frente a problemas ajenos.
Madrid, 8 de febrero de 2010