Han transcurrido unos días desde que la prensa económica y la no tan especializada, se hiciera eco de un informe de la agencia de calificación Moody´s relativo a las entidades de créditos españolas. Me limitaré a reseñar el titular de Cinco Días, Moody's cree que la banca española debe provisionar 57.000 millones, y el de Expansión, Moody's advierte: los bancos españoles ocultan el deterioro real de sus activos. Cualquiera de los dos obligaba a leer la noticia con atención.
Sucede con las agencias de calificación como con otros temas de actualidad. Las noticias se suceden y evidencian que existe una hipersensibilidad informativa con relación a su actividad y a su regulación. Bastará con recordar la iniciativa europea plasmada en la Propuesta de Reglamento, que se inserta en una actuación global, o la referencia que a las citadas agencias incluye el Departamento del Tesoro norteamericano en su proyecto de reforma de la regulación financiera.
A modo de ejemplo de esa desconfianza hacia las agencias de rating, me permito transcribir una breve opinión publicada por El Mundo en su edición del pasado sábado: “Los evaluadores de la banca sin crédito”, que reproduzco:
“La credibilidad de las agencias de calificación financiera no puede estar más en entredicho. Si episodios como su ceguera ante la quiebra de Lehman Brothers ya las dejó en evidencia, ahora nos encontramos con un análisis del sistema bancario español que causa desconcierto. Así, la sociedad francesa Fitch presentó ayer un informe en el que alaba a nuestros bancos, subrayando que han afrontado con éxito la crisis. Sin embargo, sólo tres días antes, la agencia Moody's dibujaba un escenario radicalmente distinto, asegurando que la situación es de enorme riesgo y que la banca está ocultando el deterioro de sus activos. Es indudable que los criterios de evaluación de estos organismos son erráticos y que su reforma no puede esperar más -el G-20 se comprometió a hacerlo hace casi un año-. Porque un sector tan sensible como el financiero no puede estar al albur de evaluaciones tan arbitrarias.”
Lo cierto es que las noticias que he mencionado al inicio de esta entrada se veían precedidas por titulares que llamaban la atención acerca del informe crítico de Moody’s y su presentación de la solvencia y de la transparencia de nuestro sistema financiero. El reproche explícito que se hacía a los bancos españoles en la interpretación periodística de ese informe, era la ocultación del deterioro real de sus activos. Es un reproche grave, tanto por la esencia de lo que se afirma, como por su alcance: parece apuntarse al conjunto de las entidades españolas.
Poca duda merece que se trata de un ataque en toda regla a la confianza en nuestro sistema financiero, del que se ha repetido lo obvio: a diferencia de lo que ha sucedido en la mayoría de los mercados financieros europeos, el sistema español ha soportado la crisis financiera con una mayor estabilidad, las grandes entidades mantienen una llamativa rentabilidad y no ha sido preciso llevar a cabo medidas generalizadas de rescate o una aportación directa de fondos públicos para recapitalizar nuestras entidades. De ahí que la denuncia del Informe de Moody´s me pareciera muy grave, puesto que viene a insinuar que la realidad esconde un problema general o sistémico de nuestras entidades, que sus cuentas no reflejan conscientemente.
No resultaba extraño que se produjeran reacciones como la del Presidente de la Asociación Española de Banca (AEB) negando en Expansión ocultación alguna, o que aparezcan en el mismo diario las opiniones más favorables hacia la solvencia de nuestro sistema, como resulta de la invocación de los informes de otra agencia de rating, Fitch.
Sin perder de vista todas esas informaciones y opiniones, opté por ir al principio de todo. Expansión recogía el Informe Moody´s y permitía así comprobar el fundamento de tan sorprendentes titulares. Lo que allí apunta la citada agencia es un problema de tratamiento contable de determinados riesgos y la valoración de activos, vinculados mayoritariamente con el sector inmobiliario, en el que se encuentra la genuina crisis financiera española. Al respecto, el Informe alerta sobre la necesidad de una mayor dotación de provisiones, lo que afectará sensiblemente a los resultados de las entidades.
La prensa del domingo presenta reacciones más templadas en este asunto, que sigue concitando una importante atención y que lleva ya a debatir de forma abierta la suficiencia de las provisiones realizadas y la inminencia de pérdidas si se llegan a practicar las provisiones necesarias.
El resultado de esa corriente de información se ve cada vez de manera más nítida: la merma del crédito. ¿De quién? Veremos. Resulta claro que la consecuencia del Informe de Moody’s terminará siendo el descrédito de algunos de los protagonistas de la información. De la citada agencia, o de las entidades de crédito sobre las que se pronuncia. En la notica que incluye el suplemento Negocios de El País de ayer, Iñigo de Barrón comienza con una reflexión difícil de cuestionar y que apunta la gravedad del problema que se ha generado:
“No hay nada peor que acusar a un banquero de ocultar pérdidas en su balance. El negocio financiero se basa en la confianza y si alguien engaña, se acabó la relación. Nadie querrá dejar su dinero. El martes pasado la agencia estadounidense de calificación de riesgos Moody's anunció que llegan tiempos difíciles para la banca española. La agencia mantiene en "negativo" su perspectiva sobre el sistema financiero, para el que calcula un déficit de provisiones de unos 57.000 millones.”
En la misma edición de El País, la columna de Joaquín Estefanía lleva un título expresivo -"Enmascaramiento"- y no deja de contribuir a hacer pensar que el informe de Moody´s aborda en una creciente desconfianza hacia la situación de nuestro sistema financiero:
“La semana pasada, Moody's divulgó un informe sobre el sistema financiero español en el que decía en voz alta algunas de las cosas que se comentan sottovoce entre los iniciados: que los bancos y las cajas de ahorros están embalsando el problema de la morosidad, utilizando artificios contables legales. Según la agencia, esas entidades están retrasando el reconocimiento de activos morosos a través de acuerdos de reestructuración de deuda o frenando la morosidad con la adquisición de viviendas impagadas o de promociones enteras. El mismo informe escribe que el sector estaría obligado a hacer provisiones por valor de 57.000 millones de euros adicionales.”
Llegados a este punto, reina la confusión, sobre todo si se constata que la tesis crítica hacia la contabilidad bancaria española va ganando adhesiones. En su edición de hoy, El Mundo titula: “Balances bancarios poco realistas”, reseñando un estudio de PricewaterhouseCoopers.
Termino con la impresión de que la desconfianza hacia la contabilidad bancaria se va abriendo camino. El problema, sin embargo, no creo que radique en una ocultación o manipulación de los balances, sino en el siempre discutible punto de las provisiones convenientes o exigibles. Las entidades españolas han venido adoptando distintas soluciones destinadas a un menor reflejo de la crisis inmobiliaria en sus resultados. Por la propia trascendencia de esas soluciones, habrán sido discutidas con el Banco de España. Lo que quizás se echa de menos es un pronunciamiento expreso de éste que disipe que sigan produciéndose titulares que pongan en cuestión la solvencia general de nuestro sistema.
Madrid, 19 de octubre de 2009