Esta pasada semana hemos vivido otra severa crisis financiera, cuando organizaciones internacionales, gobiernos y legisladores se siguen preguntando qué fue lo que desencadenó en el año 2008 la gran crisis que todavía proyecta sus efectos sobre entidades y mercados en todo el mundo. Se ha repetido que estamos ante una crisis internacional, no sólo porque afecte a una pluralidad de Estados y a los principales mercados financieros, sino también porque con respecto a su generación se insiste –desde la perspectiva española- en situarla en mercados extranjeros y, singularmente, en el hundimiento del mercado hipotecario de Estados Unidos. Ello hace razonable que se analice con atención la orientación inspiradora de la gran reforma de aquél sistema financiero que ha impulsado la Administración Obama y que ofrece en la vida parlamentaria de Estados Unidos actuales e intensos enfrentamientos. He leído en la edición de este fin de semana de The Wall Street Journal la crónica de una comparecencia ante el Congreso sin duda interesante: la de los dos Secretarios del Tesoro que han tenido la responsabilidad de afrontar esa crisis, el actual, Timothy Geithner (que llegó al cargo desde la Presidencia de la Reserva Federal de Nueva York) y su predecesor, Henry Paulson (anterior primer ejecutivo de Goldman Sachs, hoy en el centro de la actualidad a partir de las acciones ejercitadas por la Securities and Exchange Commission o la Fiscalía).
Dos actores principales de la crisis, por lo tanto, y dos voces autorizadas y expertas que comparecieron ante la denominada Financial Crisis Inquiry Commission, cuya actuación inicial se ha orientado hacia la revisión de lo que denominan el Sistema bancario en la sombra. En la web de esa Comisión puede consultarse el Informe preliminar titulado Shadow Banking and the Financial Crisis, que se ha sometido desde el 4 de mayo de 2010 a consulta pública y que debe ser posteriormente aprobado por la propia Comisión.
Entre las cuestiones señaladas por Geithner y Paulson que deben ser destacadas de esa crónica titulada Treasury men revisit 2008 crisis apunto las siguientes:
Son opiniones autorizadas e influyentes, pero no exentas de contradicción en el marco de la propia reforma estadounidense.-Muchos de los problemas detectados y algunos de los más graves se gestaron en lo que se describe como el Sistema bancario en la sombra, que estaría integrado por entidades que sin tener el estatuto bancario, desarrollan determinadas actividades propias de los bancos. Se incluyen en ese Sistema, entre otros, bancos (¿no habría que empezar por buscar una denominación alternativa?) de inversión, hedge funds o compañías financieras como los instrumentos desarrollados y comercializados por esas instituciones.
-La generación de productos de inversión que luego fracasaron se vio incentivada por un largo período de bajos tipos de interés en todo el mundo.
-La futura regulación debería exigir que directores y aseguradores de valores retuvieran necesariamente algún porcentaje de la emisión. Es una forma de mantenerles vinculados con ese riesgo y, en consecuencia, de analizarlo con mayor rigor.
-El sistema de capital de los bancos no estaba preparado para hacer frente a una fase de recesión aguda.
-La solución de la crisis financiera no puede abordarse sólo sobre la base de medidas destinadas a aumentar y garantizar la liquidez del sistema.
-La titulización de hipotecas no es en sí misma una estrategia comercial errónea, sino que lo que reclama es una transparencia mucho mayor y adecuada a la ponderación del riesgo subyacente.
-Expulsar del negocio bancario el uso de derivados no es una decisión acertada. Esa opinión la asumió el actual Secretario del Tesoro a pesar de existir una propuesta actual del Senado en sentido opuesto. Señaló que fue el desplazamiento de la asunción de riesgos hacia entidades excluidas de la supervisión bancaria una de las principales causas de la crisis. En la actividad bancaria los derivados cumplen una función de protección que debe preservarse, sin perjuicio de impedir que terminen convirtiéndose en el núcleo de una gigantesca especulación alejada de esa función esencial.
Madrid, 10 de mayo de 2010