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lunes, 27 de abril de 2015

Francia: voto doble a favor de accionistas estables



Leo en la edición del lunes 20 de abril de Expansión un interesante reportaje titulado “El gobierno francés bloquea el paso a las OPAs hostiles”. Se trata de una crónica de la iniciativa legislativa adoptada el año pasado por el Ejecutivo francés y de su aplicación por parte de las grandes sociedades cotizadas francesas. 


La iniciativa legislativa en cuestión, conocida como Ley Florange, es la Loi n° 2014-384 du 29 mars 2014 visant à reconquérir l'économie réelle, denominación que expresa una evidente intención política y que se concreta por distintas medidas dentro de su título tercero que también tiene un propósito político no menos notorio: “Mesures en faveur de l'actionnariat de long terme”. Entre esas medidas se reconoce un derecho de voto doble a quienes tienen la antigüedad de dos años como accionistas de una sociedad, salvo que ese voto doble fuera derogado  estatutariamente, en favor del principio de reconocer un único voto a cada acción.

Lo que se viene a narrar en la información periodística es como se está produciendo la aplicación de esa posibilidad por parte de las distintas sociedades francesas. En algunas de ellas, la medida a favor de ese voto doble ha quedado implantada, mientras que en otras los estatutos han descartado expresamente el voto privilegiado de accionistas con una relativa antigüedad.

En la crónica se pone de manifiesto cómo es evidente la tensión entre los propósitos del Gobierno francés tendente a mantener una estabilidad del control de sus grandes empresas en manos de accionistas franceses o que se consideran amistosos desde el punto de vista de la orientación económica general, y los de los inversores extranjeros de perfil financiero. Es cuestionable que en sociedades cotizadas puedan prosperar medidas destinadas a algo que parece ser contrario a su naturaleza, como es la variabilidad del capital social. No se trata de obligar a mantenerse en el capital social, pero sí de incentivar, dirá el Gobierno francés, una cierta permanencia que permita el desarrollo de la actividad propia de la sociedad y no simplemente que el capital se convierta en el instrumento de operaciones “especulativas”. Una somera lectura de alguna prensa pone de manifiesto que esta iniciativa abona situaciones como la vivida en Renault, donde parece que la voluntad del Estado francés de beneficiarse de ese derecho de voto doble no la comparten los administradores de la empresa.

Lo relevante, en todo caso, será como puede incidir esta situación propia del mercado francés sobre otros mercados europeos. No faltarán lamentos de empresas establecidas en otros mercados colindantes que llamen la atención sobre la paradoja que puede significar que sociedades francesas amparadas por una legislación tan manifiestamente protectora, terminen actuando o beneficiándose de regímenes más liberales en cuanto a la posibilidad de formulación de ofertas públicas de adquisición.

Madrid, 27 de abril de 2015