Como
tengo la fortuna de participar mañana en la Jornada
que se celebra en Valencia sobre la “banca
en la sombra”, organizada por el Departamento de Derecho Mercantil Manuel
Broseta Pont de la Universidad de Valencia y ASNOFI y que dirige el Profesor
Rafael Marimón, me parece oportuno compartir algunas menciones al respecto.
Vaya por delante que creo que esa expresión no es afortunada pues resulta
cuestionable regular o fomentar un sistema financiero al que se sitúa desde su
propia denominación “en el lado oscuro”.
Una de las características que todo sistema financiero debe cumplir es el de su
transparencia y parece paradójico que se exija o que se proclame con respecto a
un sistema financiero del que se dice que “está
en la sombra”. El problema terminológico se pretende superar con la resignación de que no hay otro nombre alternativo y, sobre todo,
recurriendo al inglés.
El
shadow banking está concentrando
desde hace años un relevante esfuerzo de las autoridades nacionales para
someterlo a una disciplina regulatoria acorde con su dimensión y con su
creciente importancia. Se parte de la conveniencia de que las empresas, sobre
todo las pequeñas y medianas, cuenten con una vía alternativa a la bancaria
para su financiación, sobre todo cuando la concesión de créditos por parte de
las entidades bancarias se ha visto reducida de manera muy sensible. Algunas
noticias se hacen eco de una iniciativa legislativa destinada a regular esta
modalidad de financiación (se habla de una futura ley de fomento de la
financiación empresarial), como hacía El
País hace unos días.
Legislar
esta modalidad financiera no es tarea sencilla por varias razones. Apuntaré las
que en una aproximación superficial me parecen más evidentes. La primera es que
hablamos de una actividad financiera que se traduce en un contenido heterogéneo
y que desarrollan sujetos con estatutos igualmente variados, lo que reclama una
actuación coordinada de legisladores y supervisores. La segunda, es que la
propia dimensión de esa banca en la sombra y su relación con el sistema
bancario han llevado a plantear que el shadow
banking puede convertirse en un problema sistémico. Hace unos días, se
difundió una de las últimas comparecencias del Comisario Michel
Barnier, responsable de la regulación financiera europea quien, a modo de
legado para sus supervisores alertaba de algunos riesgos o problemas. Citaba en
primer lugar el shadow banking:
“There is potential for risk
in the expansion of the shadow banking sector. The traditional banking system
is now subject to tougher rules. We do not want to have a situation whereby
risky activities simply move outside the regulated sector, and systemic risk goes
unchecked.
Non-bank intermediaries and
market-based finance have a useful role to play in financing the European
economy, so it is not our intention to choke all of that off, but we want to
ensure that potential dangers are monitored and due safeguards are in place.
A necessary next step would be
to make progress on the proposal on regulating money market funds that I put
forward last year. And to agree on our proposed rules on the transparency of
securities financing transactions”.
Madrid, 2 de octubre de 2014