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viernes, 2 de marzo de 2012

Una comedia bien representada

El tratamiento jurídico de la junta general en las sociedades cotizadas comparte desde hace decenios una tendencia doble: a la vez que se destaca la pérdida de poder efectivo de la junta en favor del órgano de administración, se ensalzan los aspectos litúrgicos de su funcionamiento. Los estudios sobre la junta ensalzan su crisis, declinar o ineficiencia y rescatan  las citas clásicas que ya durante el Siglo XX alertaban sobre el desfase entre el diseño normativo referido a dicho órgano y su mal funcionamiento. Sirva de resumen el párrafo que tomo de la página 10 del trabajo del Profesor Fernando Rodríguez Artigas, "La Junta General en la encrucijada":


 “Esta crisis de la Junta General no es algo nuevo, sino que, como es sobradamente conocido, viene de lejos. Ahí están para probarlo las interesantes referencias de sánchez calero (sánchez calero, f., “El declinar de la Junta y el buen gobierno corporativo”, en RDBB, año XXV, octubre-diciembre 2006, pág. 10) al discurso de ossorio y gallardo, La crisis de la democracia en el Derecho Mercantil, pronunciado en 1917, o al conocido trabajo del maestro garrigues de “Nuevos Hechos, nuevo Derecho de Sociedades anónimas”, publicado en 1933, o al discurso de 1935 de josé calvo sotelo, “El capitalismo contemporáneo y su evolución”. En 1933, GARRIGUES decía, en palabras que no han perdido, ni mucho menos, actualidad: “La junta general es casi siempre una comedia bien representada, pero a la que suele asistir escaso público. Los papeles están repartidos antes de la junta, de suerte que los administradores saben de antemano cuál va a ser el resultado…”. En realidad, la imagen viene de lejos: como recuerda esteban velasco (esteban velasco, g., El poder de decisión en las sociedades anónimas, Madrid 1982, pág, 528) ya a finales del siglo XIX y comienzos del XX se formulan juicios de este tipo sobre la Junta; en concreto, el Prof. esteban velasco cita las palabras de schmoller (Die geschichtliche Entwicklung der Unternehmung, XIII. Die Handels-gesellschaften des 17-18 Jahreshunderts, hauptsächlich die grossen kompagnien, “Schmollers Jahrbuch, 17,1983, pág. 999) para quien el 90 por ciento de las asambleas constituyen “eine schlecht besuchte, aber geschickt komödie” (“una comedia poco concurrida, pero artísticamente representada”)”.

Pues bien, la comedia bien representada lo será en la medida en que la sociedad dedica grandes esfuerzos y recursos a su preparación. Lo ilustra de forma muy acertada el reportaje de P. Álvarez y M. G. Pascual en Cinco Días, titulado   "El primer ejecutivo ante la junta de accionistas". Las referencias que siguen las destaco pues reflejan la influencia que en el plano organizativo cobran las disposiciones contenidas en la Ley de Sociedades de Capital (LSC):

Se puede decir que en el mismo instante en el que finaliza una junta comienza la preparación de la del año siguiente, aunque toda la artillería se empieza a poner en marcha en el momento en que el consejo de administración convoca la fecha y elabora el orden del día de la misma”.

De junta a junta, porque tal es el periodo que permite al accionista el art. 520.1 LSC para ejercitar su derecho de información. Pero la convocatoria es el inicio de un deber especial de información (v. principalmente el art. 518 LSC):

“A partir de entonces, más de un centenar de profesionales de distintos departamentos se ponen manos a la obra. Desde el área de tecnología y operaciones, que se encargan, entre otros cometidos, de los diferentes canales (electrónico, a distancia) donde hoy día se ejecuta el derecho a voto, así como de volcar toda la información relacionada con el evento (datos económicos, informe de auditoría, etcétera) en la página corporativa de la compañía; al departamento de atención al accionista, al equipo jurídico, al área de comunicación, encargados de la preparación de los primeros bocetos de los discursos de los presidentes y consejeros delegados; a secretaría general, el área de responsabilidad corporativa, de relaciones institucionales...”.

El primer ejecutivo suele ser el principal actor responsable de cumplir algunos de los deberes que la LSC impone a los administradores en relación con el derecho de información de los accionistas (cfr. art. 520 LSC):

Aunque lo parezca no está solo. Además del arrope del consejo de administración, en una sala contigua, denominada el pensatorio, al salón de actos donde se celebra la junta, hay un batallón de expertos, que le están dando soporte, a través de una pantallas ocultas en la mesa, para dar respuesta a todas las preguntas que surjan en el auditorio”.

La preparación de la junta resulta tan exigente porque, al margen del orden del día, supone una extraordinaria comparecencia de los administradores ante los accionistas. Algunos administradores son personajes con relevancia pública, sobradamente conocidos por el conjunto de la sociedad. A lo largo de un año realizan sucesivos actos públicos: ante inversores (accionistas actuales y potenciales), ante analistas, en foros económicos y académicos, en medios de comunicación, etc. Mas la junta es una escena extraordinaria porque suele tener lugar una sola vez al año y porque el administrador comparece ante los accionistas cuya defensa común constituye su deber principal. Lo hace además, para someterse a lo que antes se describía como “censurar” y ahora “aprobar”, la gestión social (v. arts. 160, a) y 164.1 LSC). No sólo en el  marco de la aprobación de las cuentas del ejercicio, sino de la variedad de asuntos que cualquier accionista concretamente puede plantear. De ahí la inquietud que provoca la junta y  su cuidada preparación:

“Es un día de nervios y como siempre les recuerda a los máximos responsables de las compañías el presidente de la asociación que agrupa a la mayoría de las empresas cotizadas, Salvador Montejo, el momento se asemeja a la época de los tiranos de Siracusa, "en el que, durante un día al año, se les podía insultar; aquí hay un día en el que se puede manifestar disgusto por algo". Se trata de un foro público y todo el mundo, si lo desea, puede tener su minuto de gloria.

Este año, como ya viene sucediendo con los grandes eventos (pasó la semana pasada durante la retransmisión de la gala de los Goya), las juntas de accionistas es probable que se sigan por las redes sociales”.

La complejidad de la junta hace que, por regla general, se celebre una sola cada año, a lo que se refieren todos acuerdos (ordinarios y extraordinarios) que reclaman una aprobación. La principal razón para esa “única sesión” anual es económica:

El coste medio de una junta general de accionistas está entre los 300.000 y el medio millón de euros”.

Madrid, 2 de marzo de 2012