Son por desgracia muchas las noticias
que animan un discurso crítico con la actividad bancaria y con sus
protagonistas, los administradores y directivos de entidades de crédito. Digo
por desgracia por lo obvio: son empresas que viven del crédito, de la confianza
de todos en su solvencia y correcta actuación. Más allá de la trascendencia que
puedan tener concretas situaciones y supuestos “escándalos”, hay otras que reclaman una reacción proporcional a la
gravedad de lo que se plantea.
Es lo que sucede con la información
relativa a posibles irregularidades en cuanto a la determinación del interés
interbancario. El papel esencial que la determinación de este tipo de interés
juega en el tráfico bancario y la cantidad de personas afectadas por su
evolución reclaman de las autoridades una reacción que, más allá de las
sanciones que merezcan quienes se demuestre que hayan podido actuar de manera
irregular, devuelva la confianza de todos los afectados en que uno de los
aspectos fundamentales de la actividad bancaria es consecuencia de una determinación correcta y no de las
manipulaciones interesadas que puedan intentar algunos.
Por ello es proporcionada la reacción
del Comisario Michel Barnier que recogía el Diario El
País el pasado lunes.
Madrid, 11 de julio de 2012