He dejado constancia en ocasiones
anteriores del especial interés que presenta la lectura del Deal Book de The New York Times. Cualquier interesado en la experiencia mercantil
encontrará en sus abundantes entradas la plasmación de los principales
intereses y conflictos que inspiran la legislación y jurisprudencia aplicable a
las grandes empresas. Una nueva prueba de ello es la reciente entrada redactada
con respecto a lo que podríamos calificar como la valoración del programa TARP
(Troubled Asset Relief Program) adoptado en 2008. La entrada se titula "Five Years After TARP,
Misgivings on Bonuses".
Ese programa de saneamiento sistémico
se adoptó de una manera acelerada y cuasi traumática en los albores de la
crisis financiera estadounidense y supuso una ingente inyección de recursos
públicos para el saneamiento simultáneo
de una gran parte del sistema financiero de aquel país. Se destinaron cientos
de miles de millones de dólares al rescate de entidad financieras, algunas de
ellas protagonistas de prácticas merecedoras de sanciones civiles y penales. El
programa topó con una lógica incomprensión popular.
En la entrada, quien era entonces
Secretario del Tesoro, Henry M. Paulson Jr., analiza sus decisiones de
entonces. Considera que acertaron al haber abordado el saneamiento del sistema
en su conjunto. En su opinión, ha resultado una solución más satisfactoria que
la elegida en otros Estados, consistente en ir saneando las entidades en
función de sus sucesivas crisis. Desde el punto de vista de la confianza, puede
que resulte cierto que esa solución deja una percepción general de haber superado
una crisis, mientras que es difícil que vuelva la confianza en un sistema
financiero en el que van apareciendo sucesivas crisis que fomentan la duda
sobre cuál será la siguiente entidad en caer. En cualquier caso, son
consideraciones de política económica y legislativa que se basan en la difícil
medición de las reacciones sociológicas y que permiten opiniones en sentido
opuesto. La acción conjunta de saneamiento de todo un sistema puede llevar a
pensar que no hay dentro de él ni una sola entidad que se salve de las
dificultades. Se produce una contaminación de los problemas que puede ser
injusta para entidades solventes y gestionadas. Además, esa reacción simultánea
puede tener consecuencias funestas si de la ejecución de las medidas adoptadas
no queda la convicción de que se ha superado el problema en su conjunto.
Donde la entrada que reseño cobra
atractivo adicional es en la relación que se establece entre el programa TARP
y los enormes bonus que se respetaron
a favor de los gestores de esas entidades. El reproche repetido al TARP se
concentraba en su tolerancia frente a los enormes bonus que se mantuvieron en entidades en proceso de saneamiento.
Nunca podrá entenderse que se retribuya de manera generosa (mejor,
escandalosa) a quienes aparecen como responsables de una catástrofe
empresarial que se solventa mediante recursos públicos. La paradoja se resume
diciendo que los beneficios son siempre privados, mientras que las pérdidas se
afrontan a partir de su socialización. Es una afirmación eficaz, pero no
siempre cierta.
Volviendo a Paulson, explica su
actuación en este punto sobre dos argumentos principales: limitar legalmente
las retribuciones en entidades rescatadas habría alejado a no pocas de ellas
del TARP. Los gestores, ante el temor a la pérdida de sus retribuciones
preferían no recibir ayudas que permitieran acelerar o completar su
saneamiento. Ello perjudicaba la principal pretensión del TARP y, por lo tanto,
su eficacia: el saneamiento simultáneo y completo del sistema. La segunda
reflexión de Paulson apunta a una nota de actualidad en España: la pugna entre
la ejemplaridad de las sanciones a los bancos y banqueros rescatados y la
estabilidad del sistema:
“He said the hardest part of
the bailouts for him was in the disconnect between the bailouts’ ugly image
with the public and his faith that the bailouts would help keep the economy
from collapsing.
“I understood that people were
angry,” Mr. Paulson said. “They wanted to hear that those that made the
mistakes were going to be held responsible. Then on the other side was
stability. It’s hard to punish and save the banks at the same time.” He paused
for a moment. “I was much more concerned with stability”.
Porque el rescate financiero no termina
en el saneamiento de empresas, sino que empieza y acaba en la defensa de la
estabilidad del conjunto del sistema.
Madrid, 5 de septiembre 2013