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viernes, 13 de febrero de 2015

Sobre la sucesión ordenada en las empresas



Una de las claves en el buen gobierno corporativo es la de la transparencia, es decir, la de la claridad en los procedimientos de toma de decisiones, su adopción conforme a normas conocidas y publicadas y la capacidad de explicar los acuerdos de forma inequívoca. 


En relación con los cambios en un consejo de administración, siempre ha sido merecedora de elogio la capacidad de una empresa de anunciar con antelación los cambios en los principales responsables de su línea ejecutiva. Esto, que suele ser frecuente en determinados mercados, supone un factor de estabilidad en la gestión y un mensaje a favor de la calidad del equipo directivo cuando, como suele ser frecuente, el sucesor del CEO, consejero delegado, presidente ejecutivo o similar cargo, ya venía formando parte del consejo y de la dirección de la entidad.

Como no es una práctica habitual entre las empresas españolas, me ha llamado la atención la información que describe el “Relevo en la cúpula directiva de Grupo Antolín”, incluida hoy en Expansión y que el propio diario califica en uno de sus editoriales como un “relevo tranquilo”. Se anuncian cambios que culminarán dentro de cinco o seis meses (v. Expansión, 13 de febrero de 2015, pp. 2 y 10).

Este tipo de prácticas empresariales revisten de normalidad algo que nunca lo es para quien lo protagoniza. Para quien se va o para quien llega, los cambios son excepcionales. Pero para la empresa, sus trabajadores, accionistas y demás implicados, este tipo de sucesiones anunciadas y ordenadas transmiten una sensación de estabilidad que resulta muy favorable.

Madrid, 13 de febrero de 2015