A veces la realidad económica nos
ofrece ejemplos de la relevancia que tienen los principios (incluso los más
tópicos) que acompañan distintas actividades empresariales. Es una invocación
tradicional la que se hace en torno a la actividad bancaria como la
intermediación crediticia, siendo el crédito la confianza que los bancos
conceden a sus clientes y la que los clientes conceden a sus bancos.
La importancia que tiene esa
concepción del crédito como confianza entre los distintos actores se ha puesto
de manifiesto en la historia que recogía hace pocos días Il
Sole 24 ore narrando las penurias de un empresario a raíz de su
calificación como insolvente. Por un error, la entidad de crédito notificó a la
Central de Riesgos de la Banca de Italia el incumplimiento del empresario, lo
que dio lugar a que se revocaran sus líneas de financiación y al consiguiente
concurso.
La reacción del empresario no se
limitó a combatir el error judicialmente
y obtener una reparación, sino que lo que ha dotado a su caso de una especial
relevancia informativa ha sido su comparecencia en la junta general de
accionistas de la entidad de crédito y la denuncia del error padecido.
La crónica del diario económico relata
la inteligente respuesta del principal ejecutivo de la entidad, evidentemente a
favor de reparar el error padecido.
Madrid, 14 de mayo de 2012