En su edición de 18 de mayo pasado, The Wall Street Journal publica una
opinión editorial titulada “Shareholders at the Gates” (p. 14). El editorial viene motivado por una
cuestión que he tratado ampliamente en estas últimas semanas: la reacción de
los accionistas hacia las retribuciones de los ejecutivos a través de las
votaciones en las juntas generales que celebran grandes compañías británicas y
estadounidenses. En definitiva, el impacto de la votación consultiva en esta
materia o lo que coloquialmente se conoce como say on pay. Esas votaciones tienen consecuencias políticas o, en
rigor, en la agenda normativa, como indica el editorial que señala que la
conducta de los accionistas no ha pasado desapercibida a los gobernantes y en
particular menciona la iniciativa, también narrada aquí, del actual Gobierno
británico a favor de una transformación de lo que es una votación consultiva (¿ineficaz?),
en una votación de la junta general que vincula absolutamente cualquier acto
posterior de la sociedad en relación con la retribución de los ejecutivos.
Ahora bien, el influyente diario sugiere otras medidas:
“Equity
owners may not yet be setting up tent cities outside of stock exchanges. But they are getting the attention of politicians. British
Business Secretary Vince Cable is already weighing rules that would make
"say-on-pay" votes binding on companies in the U.K. The rule gives
shareholders the right to cast a vote on the pay packages of senior executive,
although currently the result is not binding on the company. Dodd-Frank
introduced a similar requirement in the U.S. in 2010.
But if Mr. Cable and his counterparts really
want to shake up complacent management at publicly traded companies, there's a
better way than trying to cultivate shareholder democracy. It's
called letting the barbarians in the gates”.
La opinión es interesante porque
plantea que junto al voto de los accionistas en la junta con respecto a la
retribución, existiría una solución mucho más efectiva a la hora de censurar a
los gestores que no llevan a cabo una buena labor y encima perciben cantidades
injustificadas. Ésta es la venta de las acciones por parte de los accionistas.
No estoy muy seguro, sin embargo, en que estemos ante una solución efectiva y
tampoco de que sea una alternativa estricta. El problema lo plantea The Wall Street Journal en los siguientes términos:
“They also
have a more powerful tool to shake up management—the right to sell their
shares. Every day, millions of investors vote with their wallets on the quality
of management, which is a far more powerful tool than voting with their proxy”.
Pero esa
medida depende de la efectiva existencia de los mercados de control. Esto es,
de que la sustitución de los gestores deficientes sea una posibilidad cierta y
no una mera hipótesis. El editorial reconoce que tal posibilidad está limitada
y anima a hacer los cambios legislativos correspondientes:
“The problem
is that decades of restrictions on the ability of investors to build large
positions or mount hostile takeovers have insulated management from the demands
of dissatisfied owners. Chief among these restrictions are those that force
shareholders to launch their hostile bids in the form of public tender offers
on very limited time frames and after accumulating relatively modest ownership
stakes. These sorts of restrictions drive up the cost of hostile bids and
make success less likely. Not surprisingly, managers have hidden behind these
restrictions to award themselves the very pay packages that are now so
controversial.
If Mr.
Cable is serious about unleashing shareholder democracy, he'd do more good by
reopening the market for corporate control than by forcing boards to listen to
proxy votes on executive pay. Such a move would create a real shareholder
spring, and could help create value, too”.
Insisto que no
comparto la presentación de unas y otras medidas como alternativas y
excluyentes. Antes al contrario, la transparencia en materia de retribuciones y
su relevancia como asunto que debe dar lugar a un acuerdo de la junta resultan
plenamente compatibles con la dinamización de los mercados de control. Con lo
primero, los accionistas disponen de un elemento de decisión fundamental a la
hora de valorar la gestión y tomar decisiones con relación a la misma para, más
allá de la decisión de vender, impulsar operaciones de control.
Madrid, 24 de mayo de 2012