La
educación y la profesión del abogado parecen estar abocadas a la
especialización. Decir que uno se dedica al Derecho mercantil o al penal puede
que ya no sea suficiente, puesto que lo que reclaman los clientes es un grado
mayor de especialidad en áreas más reducidas. Esto es claramente perceptible en
determinadas jurisdicciones y parece abrirse camino de manera imparable entre
nosotros. Digo esto ante las noticias que he recibido en estas últimas semanas
acerca de la reciente constitución
de sendas Secciones en el Colegio de Abogados de Madrid dedicadas a agrupar
y organizar a aquellos colegiados que se ubican en la Abogacía de la empresa o
en el Derecho concursal.
Parece
razonable que en el ámbito de las Corporaciones profesionales se reaccione ante
una tendencia que condiciona la práctica profesional de no pocos despachos y
colegiados.
Madrid, 11 de julio de 2014