Harán bien los
gestores de multinacionales cotizadas en tomar nota del grado de investigación
de los gastos corporativos que vienen promoviendo los accionistas en los
principales mercados financieros. Viene esto a cuenta de una tan breve como
ilustrativa noticia de esa tendencia que ofrecía el pasado fin de semana el Financial
Times. La afectada era Tesco plc,
una de las grandes cadenas de distribución internacional, a la que algunos
accionistas reprochan –habría que decir que la crítica se dirige a sus
principales ejecutivos- que mantenga una “flotilla”
de aviones y que arriende una oficina en un barrio elegante de Londres. Lo de
los aviones corporativos es una de las obsesiones en las críticas a las “ventajas” de los ejecutivos.
La crítica
–habitual en no pocas multinacionales cuando la cotización bursátil o las
cifras de negocio van mal- parte de una visión deliberadamente ignorante de lo
que implica ser, precisamente, una “multinacional”.
La presencia en distintos mercados exige constantes desplazamientos hacia y
entre los mismos de los principales gestores, que se ve facilitada por el
recurso a aviones propios de la compañía que, con frecuencia, implican un gesto
similar al uso de líneas regulares. No parece razonable que para ahorrar en desplazamientos,
se reduzcan los viajes de los ejecutivos responsables hacia esos mercados y se
debilita la correspondiente supervisión de las filiales.
Cuestión distinta
es que del razonable uso corporativo se pase a usos (y abusos) particulares de
esos recursos que, como ya he recogido en otras entradas, motivaran reacciones
airadas de los accionistas. Como también es una regla fundamental que, en
tiempos de malos resultados, toda prudencia en la administración de los bienes
corporativos es poca. Sobre todo en cuestiones que, inevitablemente y de manera
injusta en no pocos casos, se ven como un privilegio.
Madrid, 5 de
diciembre de 2013