Uno de
los criterios fundamentales que animaban la reforma del régimen legal de las
cajas de ahorros era el de su conversión en accionistas de bancos privados, a
los que las cajas debían transmitir su negocio financiero. En ese proceso, a
las cajas se las permitía mantener la condición de entidad de crédito siempre
que conservaran el control, individual o concertado, del banco participado. De
no ser así, las cajas debían transformarse en fundaciones de carácter especial,
perdiendo la condición legal de entidad de crédito.
Esta
es la situación en la que se encuentran las cajas de ahorros que en su día
constituyeron y participaron en el capital de bancos privados que,
posteriormente, han pasado a tener al Fondo de Reestructuración Ordenaba
Bancaria (FROB) como su único principal accionista. La transformación de las
cajas en fundaciones presenta dilaciones a las que se refería una reciente
crónica de Expansión (“Caja Madrid, CatalunyaCaixa y NCG, forzadas a ser
fundación de inmediato”, 9 de noviembre de 2012, p. 24), cuyos párrafos
principales transcribo:
“La conversión
en fundación debía ser acordada por las asambleas de las respectivas cajas,
previa convocatoria por parte del consejo de administración. Además, las
asambleas tenían que constituir el primer patronato que gobernaría la
fundación.
El proceso se
ha dilatado en el tiempo por la eterna resistencia de las cajas a convertirse
en fundaciones y a perder su condición de entidad de crédito.
La heterogénea composición de los órganos rectores de las cajas, con presencia
de gobiernos regionales, ayuntamientos, sindicatos y clientes, también ha
contribuido a bloquear la transformación. Todos los grupos querían mantener
su poder en el patronato de las fundaciones. La falta de consenso impidió
convocar las asambleas que debían celebrarse (caso de Caja Madrid) y, aunque se
celebraron, no pudieron sacar adelante el cambio (CatalunyaCaixa).
…
Por tanto, al
contrario de lo que sucedía hasta ahora, la conversión en fundación y la
creación del patronato ya no tiene que ser necesariamente aprobada por la
asamblea ni pactada entre los grupos que estaban representados en el órgano.
El cambio afecta
especialmente a CatalunyaCaixa, cuya asamblea rechazó por sorpresa el miércoles
por la noche aprobar su transformación. La negativa se produjo porque los
sindicatos y los impositores se quejaron de que no tenían representación en el
patronato de la nueva fundación. Ahora, el consejo intentará elaborar una
nueva propuesta que satisfaga a los críticos y no descarta convocar otra
asamblea, aunque lo más probable es que esto ya no suceda y se opte por la
disolución directa de sus órganos a finales de diciembre”.
Es
paradójico que se pretenda conservar la presencia en los órganos de la
fundación por parte de los impositores. ¿De qué? La fundación ya no tiene
clientes. No tiene depósitos o imposiciones. Más allá de la anécdota, lo que
parece es que alguno de los problemas que condicionaron la actividad de las
cajas, siguen vigentes en este proceso de transformación en fundaciones de
naturaleza especial.
Madrid,
14 de noviembre de 2012