Otro tema clásico
que afecta a nuestros mercados de valores y a nuestras sociedades cotizadas: la
relación entre situación económica y las barreras legales a operaciones de
adquisición de control empresarial. ¿Nacionalismo económico? Pragmatismo,
responderán algunos. No cambia la argumentación, pero sí la información. El
problema es el mismo que relataba en la precedente entrada
sobre el tema: la difícil situación económica y sus posibles soluciones
comportan movimientos a favor y en
contra de esas barreras defensivas. Como muestra, dos noticias. La primera la
constituye la columna de José Antonio Navas en El Confidencial bajo el título "La
“troika” pide a España que dinamite los blindajes de las sociedades
cotizadas":
“La pertinaz insistencia que
muchos jerarcas empresariales están mostrando en defensa de una línea
preventiva de crédito que nos saque de pobres produce cada vez más espantos
entre los responsables de la política económica, abocados a una lucha sin
cuartel con los funcionarios de Bruselas para evitar que la gestión interna de
nuestro país pase a ser directamente monitorizada por la burocracia
comunitaria. En Moncloa recuerdan que el
Gobierno fue extraordinariamente sensible a las reclamaciones de los
empresarios que solicitaban la supresión de la “enmienda Florentino”,
aquella normativa impuesta por Zapatero
para favorecer las aspiraciones del presidente de ACS, Florentino Pérez, en su frustrado afán por doblar el pulso
a Ignacio Galán y tomar
el mando de Iberdrola.
El Partido Popular corrió raudo
y eliminó por las bravas una disposición que tenía por objeto poner fin a las
limitaciones de los derechos políticos que mantienen en sus estatutos algunas
sociedades cotizadas. Se trata de un mecanismo destinado a defender los
intereses de los accionistas particulares y minoritarios ante la incursión de
otros socios de postín que pretendan aprovechar una posición relativa en el
capital para asegurarse el dominio total de los órganos de gobierno de una gran
empresa. Con la regulación actualmente
en vigor, quien quiera hacer saltar los blindajes de una compañía en Bolsa
tendrá que efectuar una OPA por el 75% de sus acciones, una
participación que deja fuera de toda duda el esfuerzo inversor del eventual
comprador.
Los representantes de la troika
que están supervisando todo el proceso de recapitalización bancaria no se
conforman con atar en corto al sistema financiero y han empezado a hacerse los
dedos huéspedes con la posibilidad de
que nuestro país se convierta en la tierra de promisión de las grandes empresas
multinacionales del norte de Europa; alemanas y francesas principalmente. Si
el Gobierno claudica con un nuevo rescate tendrá que asumir otro memorándum de
entendimiento en el que será muy complicado que el ministro Luis de Guindos pueda levantar
barricadas contra la entrada de capital foráneo en las principales entidades
del país. Un país que pide socorro financiero no debería de poner inconveniente
a los inversores extranjeros más avezados y esa es una amenaza que pende como
una espada de Damocles sobre la cultura, hábitos y actuaciones seculares del
llamado buen gobierno corporativo en España”.
El problema es que
la eliminación de trabas a las inversiones de control es materia en la que la
ideología cede ante la evidencia de que quienes reclaman aquella se guardan
mucho de permitir que esas inversiones sean posibles en sus propios mercados de
origen. Lo que nos lleva a la segunda información de Andrew Peaple, publicada
en Expansión:"Europa
eleva sus defensas contra las fusiones y adquisiciones":
“Debido a la situación de la
economía europea, cada vez son más los gobiernos que ponen un cartel de
“Prohibido el paso” en sus empresas más importantes.
Esa, al menos, es la sensación
entre los banqueros de inversión, que aseguran que las barreras políticas a las
fusiones y adquisiciones (M&A) transfronterizas en Europa son las más altas
que se recuerdan en los últimos tiempos. El fracaso de los planes de fusión de
BAE Systems y European Aeronautic Defence and Space (EADS) es el ejemplo más
reseñable de esta tendencia. Teniendo en cuenta que lo que más preocupa a los
políticos son los empleos, la posibilidad de que mejoren pronto las condiciones
para los acuerdos parece remota”.
Es
previsible que a las turbulencias económicas acompañen episodios de
nacionalismo económico, pero es también evidente que con ello se debilita
sobremanera la integración europea.
Madrid, 21 de
noviembre de 2012